Si alguna vez habéis pedido consejo a un nutricionista para adelgazar, una de las primeras preguntas será si vais frecuentemente a lugares de comida rápida (McDonalds, Burger King...).
En el caso que reconozcais la verdad y respondais afirmativamente, seguramente os llevareis un sermón histórico del médico que, como resultado, provocará remordimientos en vuestra conciencia que perdurarán un buen tiempo.
Pero, seamos sinceros, con la crisis que nos está ahogando (económicamente hablando) y las jornadas laborales tan largas que tenemos en este país, ¿quién no ha ido nunca a comer a un establecimiento de comida rápida?
Si el resto de personas hiciéramos caso a los expertos, estos lugares estarían desiertos, cosa que precisamente no sucede. Si estos restaurantes están siempre llenos es debido a las numerosas ventajas que ofrecen: servicio a domicilio, comida rápida, precio bastante económico, rapidez en el servicio...
Si lo vemos desde un punto de vista médico, esta comida no es perjudicial si la coméis de vez en cuando, el problema viene cuando tu dieta se basa solo en ella y la comes día sí, día también. Al hacer esto, las ventajas se transforman en inconvenientes: obesidad (muy grave en el caso de los niños), riesgo de diabetes, tiroides, hipertensión... En ese momento, ya demasiado tarde, descubrimos que esta comida, aparte de rápida, también es basura, ahora sus efectos son irreversibles y vemos como nuestra calidad de vida cae hasta límites insospechados.
De todo esto se desprende que la sociedad necesita de los establecimientos de comida rápida, para poder seguir llevando el ritmo de vida actual. Pero, este tipo de comida no tiene porque ser basura. Desde el punto de vista de un nutricionista, podríamos fijarnos en los ingredientes de la hamburguesa (la reina de la comida rápida): contiene pan, carne, tomate, lechuga, pepinillo... Si usáramos un pan recién hecho al horno (menos económico pero mucho más sano) y una carne del país, no solo dejaría de ser comida basura, también sería recomendada por los nutricionistas, ¡es un plato muy completo! Además, mantiene las mismas ventajas que tiene la comida basura, ya que podemos guardarla en la nevera en cualquier envase e ingerirla cuando dispusiéramos de poco tiempo para el almuerzo.
De todo esto se desprende que la sociedad necesita de los establecimientos de comida rápida, para poder seguir llevando el ritmo de vida actual. Pero, este tipo de comida no tiene porque ser basura. Desde el punto de vista de un nutricionista, podríamos fijarnos en los ingredientes de la hamburguesa (la reina de la comida rápida): contiene pan, carne, tomate, lechuga, pepinillo... Si usáramos un pan recién hecho al horno (menos económico pero mucho más sano) y una carne del país, no solo dejaría de ser comida basura, también sería recomendada por los nutricionistas, ¡es un plato muy completo! Además, mantiene las mismas ventajas que tiene la comida basura, ya que podemos guardarla en la nevera en cualquier envase e ingerirla cuando dispusiéramos de poco tiempo para el almuerzo.
Con el resto de productos de comida rápida (patatas, salchichas, aceite...) sucedería lo mismo, si usáramos productos del país en detrimiento de los foráneos, promocionaríamos la dieta mediterránea (considerada la mejor del mundo según numerosos nutricionistas), el comercio local y la exportación a otros países (reflotaríamos en pequeña medida el PIB, recuperándonos de la recesión) y ganaríamos todos en mayor esperanza de vida y la calidad de ésta.
Apreciados lectores, os recomiendo hacer vuestra comida rápida de forma casera, eso os llevará muy poco tiempo, y, con un sencillo proceso de conservación, dispondréis de mucho tiempo para alimentaros de forma sana y equilibrada cuando os apetezca. Creedme, en un futuro no muy lejano, vuestro cuerpo os lo agradecerá.
En resumen, no hay que confundirse: la comida rápida no tiene por que ser basura
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